Estoy enferma.
Intento dormir sobre lo no dormido
y en vez de soñar, me pongo a dar vueltas sobre la realidad
y todo cruje.
Mi rostro no denota malestar alguno,
sino es por esa arruga vertical que parte en dos el entrecejo.
Tan profunda que algunos pensamientos se hunden en ella
irremediablemente.
No es de día.
No es de noche.
Hace una hora rota, de esas inexactas y tristes.
Quisiera un poco de silencio.
Pero las paredes no dejan de gritar:
¡Blanco! ¡Blanco!
Mi oscuridad las hiere.
M.G.L.
(Madrid 2008)
1 comentario:
qué bueno, yo siempre he buscado hablar sobre el escándalo de las paredes, y nunca he dado en el blanco
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