En el principio eran dos árboles:
el uno creado por el sol y el otro por la luna
el uno que extraía del sol el secreto de la acidez
y el otro que extraía de la luna el misterio de la dulzura.
Por eso el Jocote reúne en su sabor los dos opuestos
y se cubre de hojas cuando no tiene frutos
y para dar sus frutos pierde todas sus hojas.
Por eso los indios lo tuvieron como árbol de amor
porque para dar su dulzura se desnuda.
Por eso el amor nace en esta tierra cuando los jocotes dan su fruto
y los muchachos y las muchachas van a jocotear a los patios y a las huertas
y es bajo los árboles que se aman.
Pablo Antonio Cuadra
(En Siete árboles contra el amanecer, Veintisieteletras, Madrid 2011)
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