Sobre vuestros curtidos rostros de paloma endurecida,
sobre vuestras sonrisas de sal y vino agrio, ya sobre los
duros cristales de la niebla,
está mi alma están mis ojos, amigos,
y sobre el último dolor de la tierra,
y sobre el último dolor de mis manos tanteando el duro
cemento de una puerta vacía,
y sobre la última agonía de las aguas está flotando mi
corazón, señores, mi corazón.
José María Millares Sall
(En Liverpool, Calambur, Madrid, 2008)
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