Es un hombre hermoso
el que duerme frente a mi
en el vagón del metro.
Todo vestido de blanco,
su rostro ilumina un libro de horas.
Ha construido el día
y ahora se le escapa de las manos
como el periódico:
Las hojas caen con la delicadeza
de los párpados.
No he visto lo que han visto sus ojos,
desde lo alto del andamio.
Yo que paso por debajo
temerosa de que me caiga el cielo
en la cabeza.
Entreabre los ojos y me mira,
desde arriba,
desde ese lugar del sueño suyo
que no teme caer.
Y yo
siento vértigo de esa mirada
que aún no ha puesto los pies
sobre mi tierra.
M.G.L.
(En Atrabiliario, Madrid, 2009)
1 comentario:
ola vim visitar e gostei voltarei.
bjs naty
Publicar un comentario