Las negras paredes pegajosas, las tuberías rotas, los recipientes esmaltados carcomidos por el óxido, los tres árboles muertos asfixiados entre los altos muros del pequeño patio, grava dura. Dentro de sus ojos, en el pozo neblinoso y negro de sus miradas, se ve el monte de la transfiguración, en lo desconocido radiante y mudo ahora caminan y caminan
Birgitta Trotzig
(En Contexto.Material, Visor, Madrid 2005)
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